Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio.
También vosotros. Primero será el Espíritu, su Espíritu, quien dará testimonio de Él, la Verdad. Pero también vosotros daréis testimonio. Sorprende que Jesús equipare el testimonio de sus discípulos al de su Espíritu, cuando conoce bien sus inconsistencias y fragilidades. También nosotros, discípulos del siglo XXI, siendo muy conscientes de nuestras fragilidades, seremos más conscientes aún de la confianza que el Señor deposita en nosotros. Y daremos testimonio de la Verdad, del Hijo de María, por el Espíritu Santo que nos habita: El Espíritu de la Verdad. Vosotros le conocéis porque mora con vosotros y estará en vosotros (Jn 14, 17).
Probablemente no serán muchas las grandes ocasiones en que seremos llamados a dar testimonio solemne de la Verdad. Pero son muchas las ocasiones que se nos presentan a diario para dar testimonio. Por ejemplo, atendiendo al impertinente, conversando con quien sufre de soledad… Damos testimonio siempre que ponemos al otro por delante del propio yo.
Llegará un tiempo en que quien os mate piense que está dando culto a Dios… Esto os lo digo para que, cuando llegue su momento, os acordéis de que os lo había dicho.
Recordaremos también otras palabras suyas: No es más el siervo que su amo (Jn 13, 16). Quienes crucificaron a Jesús, personas de mucha religión, creían estar dando culto a Dios. Necesitamos mucha atención para no convertirnos en cristianos de teología zebedea. Es la teología de quienes fusionan fervor y fanatismo; la teología de personas profundamente religiosas pero radicalmente incapacitadas para entender y vivir el mensaje de Jesús. Para todos es absolutamente indispensable que la oración y la vida estén siempre iluminadas por la Palabra de Dios.
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