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15/06/2021 Martes 11 t.o. (Mt 5, 43-48)

Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen.

El Papa Francisco confiesa que en su oración matutina sobre este texto no encontraba el camino para hacer la prédica del día. Se le ocurrió que Jesús tiene ideas que nosotros no podemos entender. Entendemos lo del perdón. Llegamos incluso a entender que hay que perdonar a los enemigos. ¿Quizá gracias a lo mucho que lo repetimos en el Padrenuestro? Sabemos que hay que perdonar para ser perdonados, aunque tengamos que tragarnos el orgullo. Pero se nos hace difícil orar por aquellos que nos ponen a prueba en la vida diaria. No digamos lo de orar por quienes parecen empeñados en destruirme.

Francisco sostiene que esto, tan difícil de asumir, no es imposible. Y sugiere que adoptemos las dos oraciones de Jesús en la cruz; nos ayudarán a poner en práctica lo que se nos pide. La primera, por los que le están matando, es el Padre, perdónalos; la segunda, tratando de justificar el crimen, es el No saben lo que hacen.

Sed perfectos como vuestro Padre del cielo es perfecto.

¿Es posible que Jesús nos pida realmente esto? Sí y yo. No nos pide que seamos o nos sintamos perfectos; sí nos pide que, puestos los ojos solamente en Él, caminemos hacia esa meta. Sin impaciencias ni angustias; con serenidad y confianza. Él nos dice: Sin mí no podéis hacer nada (Jn 15, 5). Y nosotros decimos con San Pablo: Todo lo puedo con el que me da fuerzas (Flp 4 13), luchando con la fuerza de Cristo que actúa poderosamente en mí (Col 1, 29).

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