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15/12/2021 Miércoles 3º de Adviento (Lc 7, 19-23)

Juan el Bautista nos ha enviado a preguntarte si eres tú el que había de venir o si tenemos que esperar a otro.

Juan está en la cárcel, pero sigue en contacto con sus discípulos. Algunos de ellos, testigos de la reciente resurrección del hijo de la viuda de Naím, se lo cuentan; le dicen también cómo la gente daba gloria a Dios diciendo que un gran profeta ha surgido entre nosotros (Lc 7, 16).

Juan está sufriendo su noche oscura. Le asaltan dudas. No sabe a qué atenerse. Si Jesús es el Mesías, su perfil dista mucho del imaginado por él.

Comenta el Papa Francisco: Sufrió la prueba de la oscuridad, de la noche en su alma. El más grande manda al encuentro de Jesús a dos discípulos para preguntarle: ¿Eres tú o me he equivocado? En la vida de Juan se asomó la oscuridad de una vida consumida en el error.

También en esto Juan es precursor. Jesús vivirá su noche oscura en Getsemaní y en la cruz: ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? (Mc 15, 34).

La noche oscura es experiencia universal. Así fue la de Teresa de Lisieux: Cuando canto la felicidad del cielo no experimento la menor alegría, pues canto simplemente lo que quiero creer. Las tinieblas que me rodean me dicen: Alégrate de la muerte, que te dará no lo que tú esperas, sino una noche más profunda todavía, la noche de la nada.

Id a informar a Juan de lo que habéis visto y oído.

Jesús se remite a sus obras: ciegos que ven, inválidos que andan, pobres que son evangelizados. Se cumple lo anunciado por Isaías, cap. 61. ¿Será esto suficiente para liberar al Bautista de las tinieblas que le envuelven?

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