16/04/2021 Viernes 2º de Pascua (Jn 6, 1-15)
- Angel Santesteban
- 15 abr 2021
- 2 Min. de lectura
Alzando la vista y viendo el gentío que acudía a Él, Jesús dice a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para que coman estos?
Para llevar a cabo el milagro de la multiplicación de los panes y los peces Jesús no recurre sin más a su varita mágica; quiere colaboración. La busca, con su pregunta, en Felipe. También Andrés se interesa por el asunto; es él quien convence a un muchacho para que ponga a disposición de Jesús los cinco panes de cebada y los dos pescados con los que piensa ganarse unas monedas. De todos modos, nadie piensa que esa cantidad tan irrisoria pueda resolver el problema: ¿qué es eso para tantos?
Haced que se recueste la gente. Había en el lugar mucha hierba.
Muy interesante el detalle. Se trata de un lugar cómodo, placentero. Nos lleva a evocar, por ejemplo, el momento en que María de Betania unge los pies de Jesús, y la casa se llenó del olor del perfume (Jn 12, 3). O el momento en que el mayordomo de Caná dice al novio: Has guardado hasta ahora el vino mejor (Jn 2, 10).
Entonces Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
Contemplamos a este Jesús, de nuevo sentado sobre la montaña en compañía de sus discípulos, y rodeado de la muchedumbre. Contemplamos al Buen Pastor: El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes pastos me hace reposar… Bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida (Salmo 23). Lo que Él nos da, no guarda proporción con lo que nosotros aportamos: Dad y os darán: recibiréis una medida generosa, apretada, remecida y rebosante (Lc 6, 38).
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