Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
Son muchas las estampas del Evangelio con las que podemos celebrar esta fiesta de nuestra Señora del Carmen. Ésta de María, al pie de la cruz de su Hijo, es una de las más icónicas. La fiesta es celebrada de dos maneras distintas. Una es la manera de la piedad popular en la que es asociada al escapulario y al purgatorio. Otra es la manera de los grandes santos del Carmelo, Juan de la Cruz y Teresa de Jesús; ellos la asocian únicamente al Evangelio.
La Virgen del Carmen, la Virgen del Evangelio, es el icono de la madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. En sus imágenes nos ofrece a su Niño. Y como que nos susurra suavemente sus palabras a los criados de Caná: Haced lo que Él os diga.
La Virgen del Carmen, la Virgen del Evangelio, es el icono de la mujer de fe. La que, habiendo escuchado por boca del Ángel unas promesas grandiosas, al final sabe mantenerse serena al pie de la cruz de su Hijo. Ella es, como dijeron Jesús e Isabel, la dichosa por haber creído.
La Virgen del Carmen, la Virgen del Evangelio, es el icono de la mujer sencilla que vive el día a día en la confianza, sin hacer preguntas, sin dejarse condicionar por posibles errores cometidos, como cuando perdieron al Niño en Jerusalén. Vive la humilde cotidianidad de la vida de Nazaret al ritmo de su canto: Proclama mi alma la grandeza del Señor.
La Virgen del Carmen, la Virgen del Evangelio, es el icono de la madre preocupada por el bienestar de sus hijos. Como cuando corre a visitar y ayudar a Isabel. O como cuando, en Caná, recurre a su Hijo para que todos los invitados a la fiesta de la vida la disfrutemos: No tienen vino.
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