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16/11/2021 Martes 33 (Lc 19, 1-10)

Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y muy rico intentaba ver quién era Jesús; pero a causa del gentío no lo conseguía porque era bajo de estatura.

Zaqueo nos hace recordar al joven rico que, poco antes (Lc 18, 18-23), ha acudido a Jesús. También el joven, a pesar de tenerlo todo, vive insatisfecho. Pero no halla la liberación que encuentra Zaqueo. Zaqueo busca compulsivamente no sabe qué; ni él mismo es capaz de explicar su extravagante gesto de subirse al árbol para ver a Jesús. Es que Zaqueo es bajo de estatura en muchos sentidos: físico, social, moral… Y busca inconscientemente crecer en estatura. Jesús sí sabe lo que busca cuando ve a Zaqueo subido al árbol: El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.

Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré cuatro veces más.

Con sentido del humor, el Papa Francisco dice que cuando la conversión llega a los bolsillos, la conversión es segura. Es más fácil, ha dicho Jesús, para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino, Claro que también ha dicho que para Dios todo es posible (Lc 18, 25-27). Zaqueo es una prueba de esto. Ya se ha puesto en pie; ya es otro hombre.

Los más piadosos se escandalizan: ¡come en compañía de indeseables! Jesús no rehúye la compañía de nadie. Eso sí; se encuentra más cómodo entre los indeseable que entre quienes practican el sectarismo religioso menospreciando a quienes no piensan o viven como ellos.

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