17/01/2022 San Antonio (Mc 2, 18-22)
- Angel Santesteban
- 16 ene 2022
- 2 Min. de lectura
¿Por qué mientras los discípulos de Juan y de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?
A los ojos del pueblo, los discípulos de Jesús eran menos piadosos y fervorosos que los del Bautista o de los fariseos. También hoy encontramos cristianos piadosos que prefieren la mortificación a la obediencia; prefieren lavar los pies al Señor mejor que dejarse lavar por Él. También hoy los enemigos más sutiles y obstinados del Evangelio se encuentran entre los intachables y piadosos. Con las dos breves parábolas finales del vestido y los odres viejos, Jesús insiste en que lo suyo es incompatible con la antigua religiosidad.
¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?
La fe cristiana es experiencia de gozo que se vive en la alegría de la alabanza y de la gratitud. Mientras tenemos al novio no podemos ayunar. Claro que a todos nos llegan días en que la fe se oscurece y parece que el novio ya no está con nosotros. Es la más severa experiencia de ayuno. Todos, en algún momento de la vida, hemos de pasar, como Jesús, por un Getsemaní o un Calvario.
El vino nuevo, en odres nuevos.
La novedad radical de Jesús debe ser aceptada sin censuras. No pretendamos ser más santos que Él. Si pongo el mínimo reparo al Evangelio de la gratuidad, adopto una forma de incredulidad. No vale decir que Dios me ama incondicionalmente, para añadir después que mi santificación y salvación dependen de mis esfuerzos. Si soy verdadero creyente, viviré en la convicción de que lo único que importa es que Dios me ama, y que nada podrá separarme del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro (Rm 8, 39).
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