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17/02/2023 Viernes 6 (Mc 8, 34 - 9,1)

Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.

Todos, gente y discípulos, debemos tener claro el significado del seguimiento, del ser cristiano.

Niéguese a sí mismo. En las primeras etapas del itinerario cristiano entenderemos estas palabras en clave ascética. Entenderemos que seguir a Jesús implica sacrificio, privación, renuncia, despojo… Más adelante, entenderemos estas palabras en clave mística. Entenderemos que seguir a Jesús implica dejar de poner los ojos en nosotros mismos para dedicar a Él toda nuestra atención. Santa Teresa pide encarecidamente al Señor que enseñe este camino a quienes viven para Él pero no han comenzado todavía esta etapa: ¡Oh Señor de mi alma, y quién tuviera palabras para dar a entender qué dais a los que se fían de Vos, y qué pierden los que se quedan consigo mismos!

Tome su cruz. Aborrecemos tanto la cruz, que llegamos a especializamos en buscar escapatorias, sincera y equivocadamente convencidos de que lo hacemos precisamente para seguir mejor a quien nos ha precedido con su cruz. Soñamos con situaciones más idóneas para un mejor seguimiento, rechazando abrazar la irritante situación presente. Rehusamos la oportunidad que nos ofrecen las adversidades del momento para vivir espejismos irreales.

Para aprender a cargar la cruz, necesitamos primero aprender a contemplar al Crucificado, al Jesús desnudo de la cruz. Éste es el Jesús, no otro, al que proclamamos Señor; no es un Señor facilón de caminos de rosas. Para aprender a cargar la cruz, al contemplamos al Crucificado nos preguntamos: ¿Cómo es posible que Dios se haya empeñado en hacerse como uno de nosotros y en sufrir como uno de nosotros?

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