Cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad completa.
Conducidos por el Espíritu de la Verdad, nuestra vida es un caminar hacia la verdad completa. Dice Isabel de la Trinidad: Me amó y se entregó por mí. Esta es la verdad. El Espíritu de la Verdad, el Espíritu de Jesús, mora en nosotros y está en nosotros (Jn 14, 17). Él es quien lleva el timón de nuestra vida, aunque no lo percibamos por vivir distraídos. Pero hemos de esforzarnos por percatarnos de ello y por creerlo, y así gozar de su presencia y de su señorío.
La vida cristiana consiste básicamente en eso: en vivir en el Espíritu y sentirnos habitados y dejarnos conducir por Él. Santa Teresa escribe: Entendamos que dentro de nosotros hay algo muy precioso que no vemos desde fuera. No nos imaginemos huecos en lo interior. Que nada ni nadie enturbie esta realidad; tampoco nuestras infidelidades.
Tengamos presente que nos dejamos guiar por el Espíritu de la Verdad en la medida en que oramos y vivimos inspirados e iluminados por la Palabra de Dios. Esta Palabra de Dios debe ser siempre el punto de referencia y el punto de partida. Lo necesitamos especialmente en estos tiempos marcados por tanta subjetividad y relativismo.
El Papa Francisco dice: Con la unción del Espíritu, la santidad de Jesucristo se imprime en nuestra humanidad y nos hace capaces de amar a los hermanos con el mismo amor con que Dios nos ama.
Y el Papa Benedicto: La caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad.
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