top of page
Buscar

17/06/2021 Jueves 11 (Mt 6, 7-15)

Al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados.

Jesús comparte lo dicho en distintos lugares del Antiguo Testamento. Un ejemplo: No repitas las palabras en tu oración (Sir 7, 14). La oración es encuentro con Dios. Lo suyo, lo de Dios, es más importante que lo mío. Por eso, la oración silenciosa de la escucha es más vital que la oración hablada. Es una buena introducción al Padrenuestro.

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos.

Para entender el Padrenuestro no intentemos analizarlo con el intelecto; más bien, intentemos orarlo con el corazón. Y cuando tengamos dificultad para orar, dediquémonos al Padrenuestro. Lo oramos muy muy muy despacio…; palabra por palabra. La primera palabra, PADRE, es la fuente de la que mana la vida: El agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna (Jn 4, 14). Repetir, paladear, y recrearnos en la palabra PADRE, robustecerá el espíritu filial; en eso consiste la vida eterna.

Esto lo hacemos siempre conscientes de que la experiencia de filiación no es fruto de nuestros empeños, sino regalo del Espíritu: El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios (Rm 8, 16). Así es cómo el Padrenuestro engendra confianza, abandono, libertad y bienaventuranza.

PADRE es la palabra que no puede faltar en la oración nunca, porque es piedra angular que nos da la identidad cristiana. Si se añade también la palabra NUESTRO, todos podemos sentirnos miembros de una familia. El espacio de la oración es decir PADRE, y la atmósfera de la oración es decir NUESTRO (Papa Francisco).

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page