Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente. Pues yo os digo que no opongáis resistencia al que os hace el mal.
Otra asignatura pendiente. Si antes fue la referida a los juramentos, ahora es la que se refiere al perdón. En estos tiempos en que tanto oímos hablar de memoria histórica y de víctimas del terrorismo, las palabras de Jesús pueden sonar políticamente incorrectas. Pero es que la Buena Noticia de Jesús nunca ha sido ni será políticamente correcta. Por eso que Jesús nos recuerda: Un siervo no es más que su amo. Si a mí me han perseguido, a vosotros os perseguirán (Jn 15, 20).
San Pablo escribe a la comunidad cristiana de Roma: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, si tiene sed, dale de beber, así le sacarás los colores a la cara. No te dejes vencer por el mal, antes vence con el bien el mal (Rm 12, 20-21).
Según los estudiosos, la ley del talión era una ley buena ya que abogaba por la proporcionalidad evitando una venganza desproporcionada. Pero, como siempre, Jesús va más allá. Tanto que desafía todo sentido común humano. Su respuesta personal a la injusticia de la crucifixión fue: Padre, perdónales porque no saben lo que hacen (Lc 23, 34). Ese es el camino del cristiano. Igual que el Señor de nuestras vidas, nosotros estamos llamados a hacer girar nuestra existencia en la órbita de la gratuidad. Así hacemos desaparecer la venganza, y provocamos la muerte de la violencia.
Para vivir instalados en la órbita de la gratuidad, como nuestro Maestro, es preciso practicar la oración personal iluminada por los Evangelios. Ese es el secreto de la mejor sabiduría y de la mejor salud interior.
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