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17/11/2021 Santa Isabel de Hungría (Lc 19, 11-28)

Como la gente lo escuchaba, añadió una parábola, pues estaban cerca de Jerusalén y ellos creían que el reinado de Dios se iba a revelar de un momento a otro.

Así prologa Lucas la parábola de las minas. Se parece a la de los talentos de Mateo. Las diferencias son muchas, pero la lección fundamental es la misma. Es importante el apunte: estaban cerca de Jerusalén. Porque los que siguen a Jesús creen que el reinado de Dios se va a revelar de un momento a otro. Creen que Jesús va a imponer su autoridad espiritual y política. La parábola prepara a los discípulos para lo que se avecina.

Un hombre noble marchó a un país lejano para ser nombrado rey y volver.

Es una profecía de la ausencia de Jesús. Para los discípulos de entonces, la ausencia de su muerte; para los de ahora, la ausencia del tiempo que transcurre hasta su venida definitiva. La tarea del discípulo durante la ausencia del Señor es: Negociad hasta que yo vuelva.

Sus paisanos, que lo odiaban, enviaron tras él esta embajada: No queremos que ése sea nuestro rey.

Hay quienes no asimilan el Evangelio de la gracia y continúan aferrados al Evangelio del mérito. Si posible corregirían el mensaje de Jesús. Les parece excesivamente liberal, poco serio. Esas personas no negocian; conservan el dinero del amo en valiosos pañuelos.

El tercero dijo: Aquí tienes tu dinero que he guardado en un pañuelo. Te tenía miedo porque eres riguroso. Es la lección fundamental de la parábola: El tercero de los siervos, al no conocer a su amo, no tiene una relación de confianza. No negocia y no arriesga. Tiene miedo y conserva. Podría perder el dinero y exponerse al castigo del amo.

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