Comenzamos hoy la última etapa del Adviento, centrados ahora en el nacimiento del Hijo de Dios en carne mortal. Esta semana sintámonos muy cercanos a María y a José.
Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
El Evangelista Juan comienza su Evangelio con la genealogía divina de Jesús: En el principio existía la Palabra. El Evangelista Lucas nos ofrece su genealogía humana, con Adán como punto de partida (Lc 3, 23-38). Hoy, Mateo nos proporciona la genealogía judía encabezada por Abrahán.
Jesús es el brillante remate de la historia del pueblo de Dios; historia que comenzó con un arameo errante que se fió de la promesa de Dios. Al pueblo de Dios, a Israel, no le ha sido dada todavía la capacidad de aceptar el nuevo proyecto de Dios de hacer de todos los pueblos de la tierra su nuevo pueblo. Es algo muy arduo cuando ese proyecto es llevado a cabo por un nazareno crucificado.
La genealogía de Mateo pone en evidencia el hecho de que Jesús asume la naturaleza humana con todas sus consecuencias. Entre los ancestros de Jesús encontramos santos y pecadores. Cuando Jesús hable de sí mismo su título preferido será el de Hijo del Hombre. La genealogía de Mateo es en verdad la genealogía del Hijo del Hombre. Si queremos adentrarnos en la divinidad de Jesús hemos de pasar por la puerta de su humanidad.
Para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita… He visto claro que por esta puerta hemos de entrar, si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos… Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes (Santa Teresa).
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