top of page
Buscar

18/06/2021 Viernes 11 (Mt 6, 19-23)

Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

Podemos meditar estas palabras a la luz del ejemplo de Abrahán. El tesoro de Abrahán era su hijo Isaac. En él tenía depositadas todas sus esperanzas. Sin embargo, cuando Dios se lo pide, no lo duda y pone a su hijo en el altar del sacrificio. ¿Qué es lo más precioso de mi vida en este momento? ¿Estoy dispuesto a desprenderme de ello si el Señor me lo pide?

Los tesoros de una persona joven no suelen coincidir con los de una persona mayor. Con el paso de los años, cosas o personas que antes tenían cautivo el corazón, pierden atractivo. Las suplantamos con otros tesoros. Siempre atesoramos algo. Y siempre necesitamos ser capaces de ponerlos, como Abrahán, sobre el altar del sacrificio.

Jesús teme que le robemos el corazón; el nuestro. Teme que esos tesoros que nos alejan de Él nos endurezcan el corazón y suframos la cirrosis del espíritu que no nos permita disfrutar de la vida en abundancia. Teme que esos tesoros nos roben la capacidad de amar.

La lámpara del cuerpo es el ojo.

Las palabras del Evangelio de hoy pueden ser puestas muy bien en labios de otros fundadores de religiones. Pero los cristianos las escuchamos con la imagen de Jesús como telón de fondo; así vamos copiando su estilo de pensar y de vivir. Desde Él, no desde nuestros empeños o voluntarismos, seremos capaces de desprendernos de nuestros tesoros. La luz que emana de Él purificará nuestros ojos. Así seremos capaces de desenmascarar la esclavitud que impone la egolatría. Así detectaremos antes de que sea tarde cómo algunos tesoros deshidratan y acartonan el corazón.

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Commenti


bottom of page