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18/12/2022 Domingo 4º de Adviento (Mt 1, 18-24)

El origen de Jesucristo fue de esta manera…

Así comienza el Evangelista Mateo el relato de la concepción virginal de Jesús. El protagonista indiscutible del relato es José. José que, cuando se percata de que María está embarazada, decide repudiarla en secreto.

José es la persona intensa por dentro y silenciosa por fuera. Le toca vivir el embarazo de María en el dolor y en la soledad. En el dolor porque ese embarazo rompe todos los planes de su vida. En la soledad porque a nadie puede hablar de ese secreto que nadie entendería y que tampoco él entiende. José sabe mucho de noches sin dormir, de dudas, de angustias, de pobreza material… Así es cómo aprende que toda pobreza es lugar de encuentro y de gracia. Así es cómo aprende que no es necesario entender lo que ocurre para confiar en el Señor.

José es la persona que nunca se queja de lo que le toca vivir. José, que nunca pronuncia una sola palabra en los Evangelios, es muy elocuente con su silencio. José nos enseña a creer y confiar en Dios, Señor de mi historia personal y Señor de la historia universal. José nos enseña, como dice el Papa Francisco, a creer que Dios puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca.

Así lo tenía planeado, cuando el ángel del Señor se le apareció en sueños…

El ángel de la Anunciación a María tiene nombre; el de la Anunciación a José no lo tiene. Dios usa lenguajes distintos con José y con María. El lenguaje usado con José es más sobrio; y no se le ofrece la posibilidad de decir nada.

En estos días previos a la Navidad detengámonos ante nuestros belenes para contemplar también la figura de José. Él nos enseñará que la fe da sentido a todo acontecimiento feliz o triste.

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