19/04/2021 Lunes 3º de Pascua (Jn 6, 22-29)
- Angel Santesteban
- 18 abr 2021
- 2 Min. de lectura
Os aseguro que me buscáis, no por las señales que habéis visto, sino porque os habéis hartado de pan.
Resulte sorprendente que Jesús llegue a reprochar a quien le sigue por interés personal. Sorprende, ya que Él mismo nos enseña a ser pedigüeños y nos dice que pidiendo obtendremos. Así debemos rezar: Danos hoy nuestro pan de cada día. De todos modos, es bueno ver en el reproche de Jesús una invitación a examinar mis motivos personales del seguimiento; a examinar, con el fin de reducir el espacio que ocupo yo en mi vida espiritual para así ampliar el espacio que ocupa Él.
¿Por qué sigo a Jesús? Seguro que no se trata de un amor puro y desinteresado. Pero no hay que alarmarse. El hijo pródigo decide volver a su padre por egoísmo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! (Lc 15, 17). A su padre no le importa. No le reprocha nada. Le recibe con los brazos abiertos.
Por otra parte, es evidente que el camino del seguimiento de Jesús tiene sus etapas. Con el paso de las etapas se fortalece la relación de amistad con el Señor, y las motivaciones se purifican. Ya no le buscaremos por interés, sino por ser Él quien es. Haremos nuestras las palabras del místico: No me tienes que dar porque te quiera, - porque aunque lo que espero no esperara, - lo mismo que te quiero te quisiera.
Como haremos nuestras las palabras de San Pablo: Juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas y las tengo por basura para ganar a Cristo (Flp 3, 8).
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