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19/04/2025 Vigilia Pascual (Lc 24, 1-12

  • Foto del escritor: Angel Santesteban
    Angel Santesteban
  • hace 51 minutos
  • 2 Min. de lectura

El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado.

Es el primer día de la semana. Es el comienzo de la nueva creación. Es el comienzo de la plenitud de los tiempos. Es el comienzo de la realidad absolutamente nueva cuando Dios ha querido reconciliar todas las cosas por Él y para Él, pacificando por la sangre de su cruz los seres de la tierra y de los cielos (Col 1, 20). 

 

Y en el centro de este momento, el gran momento de la historia y verdadero big-bang de la creación, vemos a un grupo de mujeres. Le habían acompañado desde Galilea; habían presenciado a distancia su muerte; habían visto cómo le colocaban en el sepulcro. Estas mujeres quedan asustadas ante lo que les dicen dos hombres con vestidos resplandecientes: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Pero, a pesar de su incredulidad, las mujeres cuentan a los Once lo que han oído. Pero a ellos todas aquellas palabras les parecían desatinos y no les creían

 

Antes de creer en el resucitado, todos los discípulos, tanto mujeres como hombres, han experimentado un desconcierto total. No es para menos, cuando le han visto desangrado en la cruz. Aquellos primeros discípulos creyeron en el Crucificado-Resucitado porque Dios se empeñó en ello. La fe no es fruto de esfuerzos humanos o de algún acontecimiento espectacular; es fruto de un proceso interior, dirigido por el Espíritu. Durante ese proceso las palabras y la vida de Jesús se nos van apareciendo poco a poco, con un nuevo rostro. Así entonces, y así hoy.

 

Si queremos vivir con vigor y frescura la fe en el resucitado dejemos de buscarle entre los muertos. Dejemos de buscarle en la religiosidad del cumplimiento, de la ley, de la rutina. Debemos buscarlo en su palabra, siempre viva y eficaz, tal como se lo dijeron a aquellas mujeres los dos hombres de vestidos resplandecientes: Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, pero al tercer día resucitará.

 
 
 

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