¿Quieres que vayamos a arrancarla? No; que, al arrancarla, vais a sacar con ella el trigo.
Inmejorable presentación de la presencia del mal en el mundo y en nuestro propio interior. Inmejorable también la presentación de las distintas actitudes, de Dios y nuestra, ante el mal. El mal y el bien, como las luces y las sombras de un paisaje, están inseparablemente unidos. Imposible eliminar las sombras sin que el paisaje se vea seriamente afectado. Además, es complicado establecer con claridad la línea divisoria entre sombra y luz; hay muchos matices intermedios. El Papa Francisco dice que la línea de frontera entre el bien y el mal pasa por el corazón de cada uno de nosotros; y todos somos pecadores.
Todas las realidades y situaciones humanas, todos los conflictos, todos los pecados, pueden ser vividos con la actitud del dueño del campo. Él no muestra ninguna preocupación por la presencia de la cizaña. La última palabra la tiene él. Y sabe que, al final, todo estará bien cuando, en la plenitud de los tiempos, todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra (Ef 1, 10).
Dejadlos crecer juntos hasta la siega.
San Pedro dice muy bien que la paciencia de Dios es nuestra salvación (2 P 3, 15). Dios dispone de todo el tiempo y sabe esperar. A veces, como en el caso del Buen Ladrón, espera hasta el último momento. La parábola nos invita a imitar la actitud del dueño del campo. A comportarnos con paciencia ante la cizaña que vemos en nosotros, en aquellos con quienes convivimos y en nuestra sociedad. Con paciencia, con comprensión, con perdón.
Comments