19/07/2025 Sábado 15 (Mt 12, 14-21)
- Angel Santesteban
- hace 2 horas
- 2 Min. de lectura
Los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon contra Él para eliminarle.
Dios nos sorprende y nos desconcierta porque su amor sobrepasa nuestra capacidad de comprensión o de acogida. De igual manera, la naturaleza humana nos sorprende y nos desconcierta porque sus desatinos resultan incomprensibles para nosotros mismos. Lo vemos hoy en estos fariseos, hombres convencidos de ser amigos de Dios, pero dispuestos a eliminar a Jesús creyendo hacer un servicio a Dios. La religiosidad oficial tuvo siempre a Jesús en el punto de mira. Es bueno recordarlo cuando nos sintamos rechazados, porque no está el discípulo por encima del maestro (Lc 6, 40). Es bueno también entender que, en alguna medida, todos cometemos desatinos. Por ejemplo, cuando hacemos daño al prójimo en nombre de una verdad: Una verdad que no es caritativa, procede de una caridad que no es verdadera (San Francisco de Sales).
La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante hasta que haga triunfar la justicia.
Jesús no recurre al miedo o a las amenazas. No destruye lo ruinoso, sino que lo sostiene y lo restaura. Hacer triunfar la justicia, la de Dios se llama misericordia, es cosa de paciencia. Dios la tiene toda. Hasta conseguir su propósito de que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4).
Dios nos salvó sirviéndonos. Normalmente pensamos que somos nosotros los que servimos a Dios. No, es Él quien nos sirve gratuitamente, porque nos amó primero. Es difícil amar sin ser amados, y es aún más difícil servir si no dejamos que Dios nos sirva. Pero, una pregunta: ¿Cómo nos sirvió el Señor? Dando su vida por nosotros. Él nos ama, puesto que pagó por nosotros un gran precio (Papa Francisco).
Comments