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19/08/2021 Jueves 20 (Mt 22, 1-14)

El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo.

Jesús, para decirnos cómo entiende la Encarnación y la Redención, recurre, lo hace en más de una ocasión, a la imagen del banquete de bodas. Así lo entienden también los místicos: Y que Dios sería hombre, - y que el hombre Dios sería, - y trataría con ellos, - comería y bebería. - Porque Él era la cabeza – de la esposa que tenía, - a la cual todos los miembros – de los justos juntaría, - que son cuerpo de la esposa, - a la cual Él tomaría – en sus brazos tiernamente. – y allí su amor le daría. – El uno vive en el otro, - así la esposa sería, - que, dentro de Dios absorta, - vida de Dios viviría (San Juan de la Cruz).

Los hombres y mujeres de Dios tienen la habilidad de escoger las palabras representativas del pensamiento de Jesús, olvidando las más sombrías que solamente sirven para dar realce a las más luminosas. En la parábola de hoy olvidan palabras como: Se enojó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas. Y se apropian de palabras como: Id a los cruces de los caminos y a cuantos encontréis, invitadlos a la boda…. Reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.

Cuando entró el rey a ver a los comensales vio allí uno que no tenía traje de boda.

Los estudiosos de la Biblia opinan que estamos ante otra parábola distinta a la anterior. El invitado sin traje de boda representa a quienes, habiendo entrado, no han entendido la nueva realidad y continúan viviendo su vida anterior.

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