19/08/2025 Martes 20 (Mt 19, 23-30)
- Angel Santesteban
- 18 ago
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Os lo repito, es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el reino de Dios.
¿Qué quiere decir Jesús con eso de entrar en el reino de los cielos? Jesús no piensa tanto en nuestra entrada en el cielo después de morir; piensa, más bien, en que, todavía en este mundo, disfrutemos de lo que san Pablo llama la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Rm 8, 21). Cosa que un rico, es decir, quien pone su confianza en sus bienes, sean materiales o espirituales, nunca podrá saborear. Solamente el pobre de corazón, el que confía únicamente en el Señor, pasa por el ojo de la aguja.
Como el Evangelio de la gracia es tan difícil de asimilar, el cristianismo es frecuentemente contaminado por un virus llamado pelagianismo o jansenismo. El resultado es un cristianismo de ricos aparentemente santos; tiene gran poder de seducción, y es el mayor obstáculo para la evangelización de los buenos. Exactamente como sucedió a Jesús.
Solamente los pobres de corazón, los que se hacen como niños, pasan por el ojo de la aguja. Un místico oraba así: Agranda la puerta, Padre - porque no puedo pasar; - la hiciste para los niños, - yo he crecido a mi pesar. - Si no me agrandas la puerta, - achícame por piedad; - vuélveme a la edad bendita - en que vivir es soñar (Unamuno).
El Papa Francisco dice que, seguir a Jesús conlleva una ascesis, conlleva sacrificios; por otro lado, si cualquier cosa hermosa lo requiere, ¡mucho más la realidad decisiva de la vida! Pero quien testimonia a Cristo muestra la belleza de la meta, más que la fatiga del camino.
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