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20/01/2023 Viernes 2 (Mc 3, 13-19)

Subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron junto a Él.

Desde el encuentro de Dios con Moisés en el Sinaí, el monte es el lugar privilegiado para el encuentro con Dios. Jesús subirá a una montaña alta para transfigurarse ante tres de sus discípulos. Hoy, desde el monte, Jesús llama por su nombre a Doce de sus discípulos, y ellos se acercan a Él.

¿Por qué unos sí y otros no? No parece que el criterio de la elección fuesen las cualidades de los elegidos. A lo largo y ancho del Evangelio no apreciamos nada destacable en ellos. El criterio fue, sencillamente, los que Él quiso. Y siempre es así: Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos (Ef 1, 5). Sin merecimiento alguno por parte de ellos o por parte nuestra. ¿Por qué unos sí y otros nos? Quedemos satisfechos con la respuesta: Porque así lo quiere Él.

Instituyó Doce para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar con poder de expulsar demonios.

Él les/nos quiere para estar junto a Él. A partir de la cercanía e intimidad con Él, serán/seremos enviados para hacer llegar a otros la vida en abundancia que Él trae. Es la primera tarea del apóstol, del discípulo, del seguidor de Jesús, de todo cristiano: estar con Él. Así es cómo llegamos a adoptar su pensamiento y su estilo de vida.

La segunda tarea de los elegidos es la misión: todo creyente debe sentirse enviado a la humanidad, la más cercana y la más lejana, con poder para expulsar demonios. ¿Cómo? Siendo hombres y mujeres de paz y de entrega a los demás.

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