Os aseguro que lo que pidáis a mi Padre, os lo dará en mi nombre.
Jesús es consciente de que a los discípulos les/nos resulta complicado creer esto sin objeción alguna. Por eso insiste una y otra vez: Todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré (Jn 14,13); De modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo conceda (Jn 15, 16).
El Papa Francisco comenta: La fe es un don; no se aprende en los libros. Un don del Señor que se debe pedir: Dame la fe. Creo, Señor, ayuda mi poca fe. Por ello debemos pedir al Señor la gracia de rezar con fe, de estar seguros que cada cosa que pedimos nos será dada, con esa seguridad que nos da la fe. Esta es nuestra victoria: nuestra fe.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa.
Si es importante lo que pedimos, más importante es poner a Jesús en el centro de la oración; es Él mismo quien pide.
Se acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que con toda claridad os hablaré acerca del Padre.
La muerte y resurrección de Jesús, y la venida del Espíritu, conducen al discípulo al conocimiento de la Verdad. Conocimiento que llega a su plenitud con la visión de Dios tal cual es (1 Jn 3, 2).
El Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo vine de parte de Dios.
Nos transformamos al sabernos amados. No es un conocimiento teórico sin incidencia en la vida; es una profunda vivencia que infunde en nosotros seguridad y libertad: la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Comments