21/01/2022 Viernes segundo (Mc 3, 13-19)
- Angel Santesteban
- 20 ene 2022
- 2 Min. de lectura
Instituyó Doce, para que estuvieran con Él.
Es providencial que este relato de la elección de los Doce coincida con la celebración de la semana de oración por la unidad de los cristianos. Ellos, después de Jesús, son el punto de referencia de la fe cristiana. También los Evangelistas no pertenecientes al grupo de los Doce aprendieron de ellos lo que escribieron. Podemos vivir esta semana de oración por la unidad de dos maneras: la primera, pidiendo con pena por la unidad ya que hay cosas que nos separan; la segunda, dando gracias con gozo por la unidad ya que el Espíritu de Jesús nos une a todos. Esta segunda manera es la mejor; por más auténtica y por ser el mejor camino hacia la unidad institucional.
Todo discípulo de Jesús, pertenezca o no a los Doce, debe ante todo y sobre todo habituarse a estar con Él. Esta comunión vital con el Señor hace que la comunión con todos los hermanos sea más verdadera.
Y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios.
Jesús da a los Doce todos sus poderes; a los Doce y a todos los que creemos en Él (Jn 14, 12): De su seno correrán ríos de agua viva (Jn 7, 38). Ni los Doce, ni nosotros que pertenecemos al común de los creyentes, somos personas especiales. Santa Teresa de Lisieux dice: Ellos eran unos pobres pescadores, ignorantes y llenos de ideas terrenas. Sin embargo, Jesús los llama amigos, sus hermanos.
A todos, a ellos y a nosotros, se nos ha encomendado la tarea de dispensar vida en abundancia (Jn 10, 10), liberando al hombre de la culpa, del miedo, y de una imagen oprimente de Dios.
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