top of page
Buscar

21/08/2021 San Pío X (Mt 23, 1-12)

En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen.

Son raras las ocasiones en que Jesús exterioriza su poca simpatía por los líderes políticos corruptos y violentos de su tiempo, como lo fueron Herodes o Pilato. Pero son muchas las ocasiones en que expresa su profunda aversión hacia los dirigentes religiosos representados por escribas y fariseos. ¡Le repugnan tanto la ostentación, la vanagloria, el desmedido cuidado de lo exterior junto a la vaciedad interior! Todo el capítulo 23 de Mateo es una crítica inmisericorde contra ellos. Además, en varias de sus parábolas les caricaturizará y les ridiculizará.

Pero, ¡atención! Jesús dirige sus palabras también a nosotros sus discípulos. Estamos hechos de la misma carne que aquellos fariseos, y el espíritu fariseo se cuela con suma facilidad en cualquiera de nosotros, porque todos tenemos un ego muy dominante. El espíritu fariseo se hace notar cuando decimos y no hacemos, cuando se nos asoma el afán de protagonismo, cuando maquillamos demasiado la fachada, cuando nos importan los títulos, cargos y distinciones. Jesús se altera cuando transformamos lo que es vida y compromiso, en trampolín de prestigio y de poder.

El recurso a la Madre de Jesús, la perfectamente libre de la mínima sombra de fariseísmo, será una buena vacuna contra el virus fariseo. En ella brilló la humildad porque anduvo siempre en verdad. San Pablo nos exhorta: Nada hagáis por ambición, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando a los demás como superiores a uno mismo, sin buscar el propio interés sino el de los demás (Flp 2, 3-4).

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

コメント


bottom of page