Os aseguro que esa pobre viuda ha puesto más que todos. Porque todos ésos han echado donativos de lo que les sobraba; ésta, aunque necesitada, ha echado cuanto tenía para vivir.
Muy oportuno este Evangelio de la viuda pobre y generosa para este día en que celebramos la Presentación de María en el templo. Muy oportuno porque María de Nazaret, la humilde y la llena de gracia, es modelo supremo de pobreza y de generosidad. No se guardó nada para sí; su confianza en Dios era absoluta: Hágase en mí según tu palabra.
El Papa Francisco comenta: Nuestro dar a Dios en la oración y a los demás en la caridad debe huir siempre del ritualismo y del formalismo, así como de la lógica del cálculo, y debe ser expresión de gratuidad, como hizo Jesús con nosotros: nos salvó gratuitamente, no nos hizo pagar la redención. Por eso Jesús presenta a esta viuda pobre y generosa como modelo de vida cristiana.
Según las matemáticas de los hombres, los ricos echaron mucho y la viuda poco. Según las matemáticas de Dios, los ricos echaron poco porque echaron de lo que les sobraba, mientras que la viuda echó más que todos porque echó cuanto tenía para vivir. Exactamente como hará el mismo Jesús muy pronto entregando su vida.
Contemplando a la viuda pobre recordamos la primera de las Bienaventuranzas: Dichosos los pobres de corazón porque el reinado de Dios les pertenece. Un teólogo ortodoxo escribe: Los pobres de corazón son los que han dejado de ver en el propio yo el centro del mundo. Se despojan de todo, incluso de sí mismos. Y en cada momento reciben su propia existencia de Dios como una gracia.
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