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22/06/2021 Martes 12 (Mt 7, 6; 12-14)

No echéis lo santo a los perros, no echéis vuestras perlas a los puercos.

Cuando hablamos con niños no usamos tecnicismos ni entramos en temas complicados. De igual manera, cuando nos relacionamos con personas que rechazan o no asumen el Evangelio no es oportuno tratar de lo que Jesús llama los misterios del Reino de los Cielos; misterios que a nosotros se nos ha dado conocer y a ellos no (Mt 13, 11).

Tratad a los demás como queréis que os traten a vosotros.

Esta regla de oro de la conducta humana es común a todas las religiones; no es original de Jesús. Nos hace salir de nosotros mismos para centrar la atención en los demás. Pero sí es absolutamente original el contexto en que Jesús enmarca esta regla de oro. Contexto que queda claro en estas palabras: Este es mi mandamiento, que os améis los unos a los otros como yo os he amado (Jn 15, 12).

Entrad por la puerta estrecha; porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella.

La puerta es Él: Yo soy la puerta. Quien entra por mí se salvará; podrá entrar y salir y encontrar pastos (Jn 10, 9). Es puerta estrecha; por ella no pasan los gordos, los inflados, los llenos de sí mismos. Como escribe un autor espiritual, todos tenemos que hacer pasar a nuestro ego por una cura de adelgazamiento. Los creyentes estamos supuestos a ser expertos dietistas del espíritu: Despojaos del hombre viejo que se corrompe siguiendo la seducción de las concupiscencias (Ef 4, 22). Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias (Gal 5, 24).

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