top of page
Buscar

22/09/2021 Miércoles 25 (Lc 9, 1-6)

Convocó a los Doce y les confirió autoridad y poder sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a proclamar el reino de Dios y a sanar.

Jesús comparte poderes y autoridad con los Doce y con todo creyente, porque el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún (Jn 14, 12). El ser discípulo de Jesús, gracias al don de la fe, además de ser un honor y un privilegio, es un servicio a la humanidad. Claro que en aquel momento, los Doce no estaban capacitados para entender cumplidamente lo del reino de Dios; les faltaba la experiencia esencial de la cruz y de la Resurrección. Sí podían entender el estilo de vida que debe acompañar su misión.

Nos sorprende tanta radicalidad; nos parece demasiado exigente: No llevéis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni dos túnicas… Nos parece tan exigente que encontramos fácilmente excusas para acomodar las palabras de Jesús a nuestros criterios. Pero el hecho incontestable es que Jesús nos pide a todos evangelizar sin apoyarnos en seguridades humanas; nos pide testimonio personal y colectivo de pobreza y desprendimiento. La única seguridad del creyente, para todo, es la que viene de Dios.

Cuando salieron, recorrieron las aldeas anunciando la Buena Noticia y sanando enfermos por todas partes.

Nos podría parecer que el comentario del Evangelista sobre aquella primera misión de los Doce es demasiado optimista. Y probablemente, mirándola con ojos humanos, nuestra apreciación menos optimista sería correcta. Pero es que el Evangelista nos está enseñando a mirarlo todo con ojos divinos, con los ojos de la fe. Y así nunca podemos dejar de ser optimistas; así, todo está bien.

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page