Alzando la vista observó a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del templo. Observó también a una viuda pobre que echaba dos monedillas.
El capítulo 21 de Lucas es el discurso apocalíptico en el que Jesús habla de la ruina de Jerusalén y de diversas catástrofes cósmicas. ¿Por qué este capítulo comienza con el episodio de la viuda pobre? Porque la actitud interior de esta mujer, actitud de humildad, confianza y entrega, es lo que nos habilita a afrontar con serenidad los sobresaltos de la vida.
Jesús observa. Observando la naturaleza, aprecia su significado profundo que luego nos ofrece en sus parábolas. Observando las personas, penetra hasta el fondo de los corazones.
Os aseguro que esa pobre viuda ha puesto más que todos…; ha echado cuanto tenía para vivir.
Jesús no se fija en lo que la mujer lleva en sus manos, sino en lo que lleva en su corazón. Y queda hipnotizado porque en ese corazón ve mucha humildad y verdad, Santa Teresa comenta: Una vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de la humildad, y púsoseme delante esto: que es porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en verdad, que lo es muy grande no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no entiende, anda en mentira. Dios nos haga merced de no salir jamás de este propio conocimiento.
Bien podría Jesús haber pronunciado en este momento lo dicho en otra ocasión: Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque si has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla (Lc 10, 21).
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