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23/10/2020 Viernes 29 (Lc 12, 54-59)

¡Hipócritas! Sabéis interpretar el aspecto de la tierra y el cielo, ¿y no sabéis interpretar la coyuntura presente?

Sorprende el uso que hace Jesús hoy de la palabra HIPÓCRITA. ¿Será que aplica este término a quien no vive la realidad profunda de las cosas, sino que se queda en la superficie?

Hoy en día apenas miramos al cielo y no sabemos pronosticar el tiempo; lo dejamos a los profesionales de los medios de comunicación. Pero Jesús nos pide ser expertos en la interpretación de los acontecimientos de todo género que nos toca vivir. ¿Cómo se adquiere esa pericia? Con la Palabra de Dios, más cortante que espada de dos filos, que penetra hasta la separación de alma y espíritu, articulaciones y médula, y discierne sentimientos y pensamientos del corazón. No hay criatura oculta a su vista, y todo está desnudo y expuesto a sus ojos (Heb 4, 12-14).

Lo dijo el Concilio Vaticano II: Los creyentes tenemos el deber permanente de escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio (GS 4, 1). ¿Qué nos está diciendo, qué me está diciendo el Señor, por ejemplo, con esta pandemia?

Nuevos acontecimientos y nuevos días necesitan nuevas soluciones y nuevos replanteamientos. Lo de ayer, no es válido para hoy; ni lo de hoy para mañana. Somos hipócritas si, como el sacerdote o el levita de la parábola, nos aferramos a actitudes conservadoras y sacralizantes y descuidamos al malherido que aparece de repente a la vera del camino.

¿Por qué no juzgáis vosotros mismos lo que es justo?

Soy verdadero seguidor de Jesús cuando siento la urgencia de comunicar la vida en plenitud que la fe en Jesús, el Salvador, suscita en mí.

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