24/05/2025 Sábado 5º de Pascua (Jn 15, 18-21)
- Angel Santesteban

- 23 may
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Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros.
Continúa Jesús exhortando a sus discípulos durante la sobremesa de la última cena. Con las palabras del Evangelio de hoy no pretende desanimarles/desanimarnos; pretende que nos armemos de valor ante las dificultades que encontramos. El amor de Jesús y de sus seguidores es un amor conflictivo. Ni hay que provocarlo, ni hay que esquivarlo; es algo que forma parte del seguimiento, porque el siervo no es más que su señor. Sorprende un poco el que después de haber usado repetidamente la palabra AMIGO, ahora Jesús vuelva a usar la palabra SIERVO. Es que la amistad no suprime la dependencia, ni la superioridad anula la intimidad.
Quienes se enfrentaban a Jesús estaban convencidos de tener muchas razones para eliminarle. Jesús hacía peligrar los dos pilares sobre los que se asentaban sus vidas: la religión y la nación. No nos maravillemos de que el mundo nos odie. Lo nuestro, como lo de Jesús, es ir contracorriente. Seremos tratados de retrógrados y oscurantistas. La persecución, la de la sangre o la del sarcasmo, está supuesta a ser compañera de camino del creyente: Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros.
De todos modos, con frecuencia, nuestras luchas diarias tendrán poco que ver con el mundo exterior; tendrán que ver, más bien, con el mundo interior, con el mal que llevamos dentro. Con esas sombras que se oponen a la luz y al amor, y son fuente de turbación y desequilibrios. Jesús nos invita a nunca desanimarnos: En el mundo pasaréis aflicción; pero tened valor: yo he vencido al mundo (Jn 16, 33).
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