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24/09/2022 Sábado 25 (Lc 9, 43b-45)

Oíd bien esto y no olvidéis: el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres.

Oíd bien esto. Para oír bien lo que nos dice, es necesario crear un clima de silencio. La Palabra del Señor encuentra acogida donde no hay ruidos que distraigan; ruidos físicos o de cualquier otro tipo. Juan de la Cruz dice que Dios es el silencio en el que se oyen todos los sonidos. Cuando aquellos discípulos oían los anuncios de la pasión de Jesús, en su corazón había muchos ruidos que les impidían escuchar.

El primer anuncio de la pasión (Lc 9, 22), no había provocado reacción alguna en ellos; no valía la pena preocuparse ante algo tan absurdo. Ahora, ante este segundo anuncio de la pasión, sí reaccionan: no entendían este asunto; su sentido les resultaba encubierto; pero no se atrevían a hacerle preguntas respecto a esto. El tercer anuncio provocará perplejidad: ellos no entendieron nada; el asunto les resultaba oscuro y no comprendían lo que decía (Lc 18, 34).

Todos los seres humanos sentimos miedo y ofrecemos resistencia ante la cruz. También Jesús: Abbá, Padre, tú lo puedes todo, aparta de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya (Mc 14, 36). La cruz será siempre un misterio que nunca llegaremos a comprender, pero que siempre podremos abrazar. Como hizo el mismo Jesús.

No es saludable acallar miedos o impotencias. Es bueno presentarlos al Señor. ¿Nos asusta la cruz? ¿Nos asustamos ante cruces como la vejez, la silla de ruedas, la enfermedad mental, la muerte…? Cuando nos sintamos invadidos por el miedo, contemplemos a Jesús que nos ha precedido tanto en el miedo como en la cruz.

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