En Hechos 12, 12 leemos: Consciente de su situación, Pedro marchó a la casa de María, la madre de Juan por sobrenombre Marcos, donde se hallaban muchos reunidos y en oración. De ahí que Marcos es considerado discípulo de Pedro. Marcos debe mucho también a Pablo a quien acompañó en su primer viaje (Hch 12, 25). Él es el primero en usar la palabra Evangelio: Hemos de acercarnos al Evangelio como a la carne de Jesucristo (San Jerónimo).
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
Este mandato es para todos. Marcos lo realizó poniendo por escrito las distintas tradiciones orales que encontró. San Pablo, su maestro, dice: Sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto…, esperando la revelación de los hijos de Dios (Rm 8). Es que solamente Jesús, el del Evangelio, el Crucificado-Resucitado, pone luz y sentido a todo lo que existe: Todo tiene en Él su consistencia (Col 1, 17).
Para cumplir con el mandato del Señor, lo primero es vivir en la gloriosa libertad de los hijos de Dios que brota de la confianza plena en Él. Cada uno en su circunstancia personal, sin intentar fotocopiar viejas maneras de vivir lo cristiano. El mundo de hoy no es el de ayer. ¡Son tantas las personas que viven sin horizonte alguno!
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. Los creyentes no podremos describir el cielo, pero lo pregustamos y lo irradiamos en nuestro entorno. Cada cristiano discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar esta llamada: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio (Papa Francisco).
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