Pedro entonces le dijo: Mira, nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido.
Acaba de marcharse triste el joven rico; triste por su incapacidad para desprenderse de sus riquezas. Jesús aprovecha la ocasión para advertir a los discípulos de lo difícil que es para un rico entrar en el reino de Dios: Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja.
Ahora es Pedro quien aprovecha la ocasión para presumir de desprendimiento y reivindicar sus derechos a una recompensa. Tampoco Pedro, como el resto de compañeros, ha conseguido desprenderse de ambiciones de poder y gloria. Está, están y estamos, lejos de entender y aceptar el camino de Jesús; el camino de negarse a sí mismos; el camino del anonadamiento y de la cruz: Se vació de sí y tomó la condición de esclavo…, y se hizo obediente hasta la muerte en cruz (Flp 2, 5-8).
El Papa Francisco comenta: La gratuidad en seguir a Jesús es la respuesta a la gratuidad del amor y de la salvación que nos da Jesús. Qué feo es ver a un cristiano (laico, consagrado, sacerdote, obispo), cuando se ve que busca dos cosas: seguir a Jesús y los bienes, seguir a Jesús y seguir la mundanidad.
Os aseguro que todo el que deje casa o hermanos…, ha de recibir en esta vida cien veces más en casas y hermanos…, con persecuciones, y en el mundo futuro vida eterna.
¿Estoy convencido de la veracidad de esta promesa de Jesús? ¿Estoy convencido de que vale la pena la renuncia y la persecución? ¿Estoy convencido de seguir a Jesús sin buscar nada a cambio? No puedo quedar satisfecho con el cumplimiento de la ley; tengo que seguir a Jesús por su camino.
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