27/02/2022 Domingo octavo (Lc 6, 39-45)
- Angel Santesteban
- 26 feb 2022
- 2 Min. de lectura
¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo?
Este pasado jueves Marcos nos ofrecía una pequeña colección de dichos de Jesús pronunciados en distintos momentos y lugares. Hoy lo hace Lucas. Con el primero de estos dichos el Señor nos invita a no erigirnos en guías o maestros de nadie cuando todavía no hemos aprendido a ser, como Él, mansos y humildes de corazón (Mt 11, 29). Mientras no dominemos el egoísmo no pretendamos ser guías de nadie.
¿Por qué te fijas en la mota que lleva tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
¿Por qué a todos nos resulta más sencillo ver la mota en el ojo ajeno que la viga en el propio? La respuesta es sencilla. Porque proyectamos en los otros lo que nosotros llevamos dentro. Si quiero saber de qué pie cojeo, no tengo más que detenerme a analizar aquello que más me molesta en los demás. Somos poco consecuentes si nos enfurecemos, por ejemplo, contra quien provoca la guerra de Ucrania, pero nosotros mismos no somos hombres y mujeres de paz en nuestro entorno.
Preguntémonos qué podemos hacer para mejorar la convivencia familiar o social. Preguntémonos qué camino seguir para no hacer a otros la vida más difícil de lo que es. San Pablo nos ofrece este lema que deberíamos tener siempre presente: No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien (Rm 12, 21).
El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro interior bueno; el malo saca lo malo de su tesoro malo.
Es evidente que la bondad del corazón tiene muchos enemigos fuera de nuestros ambientes cristianos. La sociedad actual está frontalmente reñida con la bondad. Pero quizá no sea tan evidente que la bondad del corazón tiene también enemigos sutiles dentro de nuestros ambientes cristianos. Esto sucede cuando se busca a Dios en el culto y la piedad y no en los prójimos. No podemos olvidar lo que Jesús gustaba repetir: Misericordia quiero y no sacrificios (Mt 9, 13). La misericordia; ésa es la auténtica bondad.
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