top of page
Buscar

27/04/2021 Martes 4º de Pascua (Jn 10, 22-30)

Le rodearon los judíos y le preguntaron: ¿Hasta cuándo nos tendrás en vilo? Si eres el Mesías, dilo claramente.

Los judíos esperaban un Mesías grandioso. Un Mesías cuyo esplendoroso reino haría palidecer el de David. Pero Jesús no acaba de satisfacerles; necesitan una señal prodigiosa, convincente. Jesús, al final, les dará lo que piden. Les dará la señal más portentosa y más increíble: la de su muerte en la cruz: Cuando levantéis a este Hombre, comprenderéis que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta (Jn 8, 28). Pero no la comprenderán.

María y José, como buenos creyentes, no piden señales. Se fían. Hacen de sus vidas un cheque en blanco que ponen en mano de Dios para que haga con ellos como le plazca. Por eso son dichosos: Dichosos los que no han visto y han creído (Jn 20, 29).

De todos modos, es muy posible que broten en nuestro interior dudas e interrogantes que tienen que ver con la fe. El que creamos y nos fiemos de Jesús no quiere decir que lo tengamos todo siempre claro. Por eso es necesaria una actitud permanente de escucha. Desde la Palabra de Dios. Con mucha humildad y con mucha disponibilidad.

Vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas.

Para ser de sus ovejas es necesario sintonizar con Él. La fe y la confianza tienen su punto de partida en el conocimiento y en la cercanía con el hombre Jesús. Desde el Evangelio. Así es cómo llegamos a comprender con todos los santos la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo que excede a todo conocimiento y nos llenamos de toda la plenitud de Dios (Ef 3, 18-19).

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page