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27/08/2021 Santa Mónica (Mt 25, 1-13)

Entonces el reinado de Dios será como diez muchachas que salieron con sus lámparas a recibir al novio.

Son muchas las parábolas en las que Jesús nos presenta dos personas o dos grupos opuestos: el hijo mayor y el hijo menor; el fariseo y el publicano; el rico y el pobre; el juez y la viuda; etc. Hoy son cinco muchachas insensatas y cinco sensatas. Sensatez o insensatez que dependen de la previsión o imprevisión ante la eventualidad de que el novio se retrase.

El novio, en los Evangelios, es Jesús: ¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? (Mc 2, 19). Él ha venido para celebrar el gran banquete de bodas. Para que lo pasemos lo mejor posible. Para que tengamos vida en abundancia (Jn 10, 10).

Resulta estimulante que Jesús compare la muerte a una fiesta de bodas. Esto nos ayuda a despojarla de su atuendo de duelo para ataviarla con su traje de gala: Con todos los honores entra la princesa vestida de tisú de oro y brocados. La conducen hasta el rey (Salmo 45 14). Y esto, aunque es de noche. Porque al novio le gusta llegar de noche.

Para quienes esperamos al novio, la espera ideal es cantada así por San Juan de la Cruz: Buscando mis amores, - Iré por esos sotos y riberas; - ni cogeré la flores; - ni temeré las fieras, - y pasaré los fuertes y fronteras.

La lámpara es el símbolo de la fe que ilumina nuestra vida, mientras que el aceite es el símbolo de la caridad que alimenta y hace fecunda y creíble la luz de la fe (Papa Francisco).

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