top of page
Buscar

27/09/2021 San Vicente de Paúl (Lc 9, 46-50)

El más pequeño de entre vosotros, ése es el mayor.

Los discípulos discuten sobre cuál de ellos es el más importante. Jesús llama a un niño, lo coloca junto a sí en el centro del grupo, y nos lo presenta como modelo de vida. Y nosotros llegamos a comprender que así es, cuando aprendemos a mirar a las personas con los ojos de Dios. Porque el corazón de Dios siente especial debilidad por los más pobres, los más desgraciados, los más pródigos, los más pecadores. No nos dejemos deslumbrar por lo glamuroso, ni vayamos por la vida tratando de brillar y sobresalir. Los ojos de Dios quedan prendados de la sencillez y la insignificancia del niño.

Teresa de Lisieux lo comprendió bien: Ser niño es reconocer la propia nada y esperarlo todo de Dios, como un niño lo espera todo de su padre. Ser niño es no preocuparse por nada, ni siquiera por ganar dinero. Hasta en las casas de los pobres se da al niño todo lo que necesita; pero en cuanto se hace mayor, su padre se niega ya a alimentarlo y le dice: Ahora trabaja, ya puedes arreglártelas por tu cuenta. Precisamente por no oír eso, yo no he querido hacerme mayor, sintiéndome incapaz de ganarme la vida, la vida eterna del cielo.

Jesús mismo, antes del abajamiento total de la cruz, dio un ejemplo inaudito. A Pedro le resultó difícil aceptarlo. Fue cuando, en la última cena, Jesús se puso a lavar los pies de los discípulos. ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros (Jn 13, 2-15).

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page