28/11/2025 Viernes 34 (Lc 21, 29-33)
- Angel Santesteban

- hace 3 horas
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Les añadió una parábola: Mirad la higuera y todos los demás árboles. Cuando veis que echan brotes, sabéis que el verano está ya cerca.
Jesús continúa hablando sobre la llegada del Reino. Ahora lo hace a partir de la parábola de la higuera; nos invita a reflexionar para poder detectar los signos de los tiempos. Parece hacerse eco de las palabras de Isaías: Levantad los ojos al cielo, mirad abajo a la tierra: el cielo se disipa como humo, la tierra se gasta como ropa, sus habitantes mueren como mosquitos; pero mi salvación dura por siempre, mi victoria no tendrá fin (Is 51, 6).
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que el Reino de Dios está cerca.
El paso de los años nos hace más conscientes de la caducidad de lo terreno. Claro que nosotros los creyentes sabemos que, más allá de la caducidad, hay algo estable y firme, porque cielo y tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
San Pedro escribe: La palabra del Señor permanece para siempre. Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos (1 P 1, 25). Y san Ambrosio comenta: Cuando tomamos con fe las Sagradas Escrituras en nuestras manos, y las leemos con la Iglesia, el hombre vuelve a pasear con Dios en el paraíso. Y san Jerónimo: Quien come mi carne y bebe mi sangre: estas palabras pueden entenderse como referidas al Misterio eucarístico. Sin embargo, el cuerpo de Cristo y su sangre es realmente la Palabra de la Escritura.
Así como no podemos encontrar a Dios si no es en el Hijo, del mismo modo tampoco podemos encontrar al Hijo si no es en la Palabra, en las Escrituras, especialmente en los Evangelios.
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