29/01/2022 Sábado tercero (Mc 4, 35-41)
- Angel Santesteban
- 28 ene 2022
- 2 Min. de lectura
¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?
Hay miedos racionales y sensatos; otros, irracionales e insensatos. A veces es difícil diferenciarlos. Estos tiempos de pandemia son prolíficos en toda clase de miedos. La fe en Jesús no admite ninguno de ellos. Aquellos discípulos estaban pasando momentos angustiosos. Su miedo era muy racional y sensato. Pero Jesús se lo echa en cara: ¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?
A propósito de la pandemia que estamos viviendo, dice el Papa Francisco que nos encontramos asustados y perdidos. Nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados. El coronavirus ha puesto de manifiesto la enorme fragilidad y vulnerabilidad de los humanos.
Iban otras barcas con Él. No todos cruzamos a la otra orilla de la vida en la misma barca. Otras barcas, siguiendo el mismo rumbo, no albergan a Jesús. Pero el mismo miedo que impide a los discípulos confiar en Jesús, les impide también preocuparse por lo que sucede en las otras barcas. El miedo les mantiene demasiado ocupados consigo mismos. El miedo agiganta problemas, hace que la fraternidad desaparezca, y que broten actitudes agresivamente defensivas.
La fe-confianza ofrece al discípulo el fundamento más firme para afrontar con serenidad las tormentas de la vida. La fe-confianza nos saca de nosotros mismos, de modo que podemos pensar en las otras barcas que carecen de la presencia de Jesús. Su presencia en mi barca, por la fe, no va a significar verme libre de tormentas; va a significar pasar las tormentas con mayor tranquilidad. La fe, si auténtica, es fe en un Dios que vela y en un Dios que duerme.
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