En 1970 Pablo VI proclamó a Catalina de Siena (1347-1380) doctora de la Iglesia. En 1999, Juan Pablo II la proclamó patrona de Europa. Unas frases suyas: Sé valiente en todo. Expulsa la oscuridad y esparce la luz. No mires tus debilidades. En cambio, date cuenta de que en Cristo crucificado puedes hacer todo.
¡Te alabo, Padre, Señor de cielo y tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla!
Catalina de Siena perteneció al gremio de la gente sencilla. No tenía estudios, pero sí sabiduría. Jesús nos dice hoy en qué consiste la verdadera sabiduría. No se adquiere con estudios; es don de Dios. San Pablo dirá: ¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! Ha escogido Dios a los locos del mundo para confundir a los sabios (1 Cor 1, 26ss).
Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y os sentiréis aliviados.
Es la receta que libera de inquietudes, de estrés, de todo lo que nos priva de paz y bienestar interior. Ser manso y humilde significa saber estar ante Dios, ante los hombres, y ante uno mismo; como el mismo Jesús. Ante Dios, con confianza y docilidad; ante los hombres, con disponibilidad y perdón; ante uno mismo, con desapego y naturalidad. Fijos los ojos en Él, aprendemos a ser mansos y humildes; aprendemos, sobre todo, a sentirnos queridos también cuando toca sufrir. La gente sencilla es mansa y humilde. Sabe vivir dando gracias a Dios. Sabe disfrutar de las cosas buenas de la vida. Sabe relativizar lo secundario. Sabe acercarse a beber de la fuente de la sabiduría y de la paz.
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