29/11/2025 Sábado 34 (Lc 21, 34-36)
- Angel Santesteban

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Cuidad que no se os embote la mente con el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, de modo que aquel día os sorprenda de repente.
Jesús no ofrece una lista completa de somníferos de la mente. Hay otros: la rutina, el inmovilismo, la despreocupación por los demás… Para nosotros, buena gente, el somnífero más peligroso suele ser la rutina. Por eso que necesitamos apuntarnos al gimnasio que mantiene las mentes vivas y despiertas. Ese gimnasio se llama Palabra de Dios: Pues la Palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que espada de dos filos; penetra hasta la separación de alma y espíritu, articulaciones y médula, y discierne sentimientos y pensamientos del corazón (Heb 4, 12). De no acudir a este gimnasio, mentes y corazones encallecen; se vuelven insensibles como piedras. Y acabamos dando por buenas actitudes pecaminosas al perder la capacidad de percibir y discernir. Así es cómo acabamos ignorando las más elementales delicadezas hacia los prójimos.
Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza, logréis escapar, y podáis manteneros en pie delante del Hijo del hombre.
Orando en todo tiempo. Dependiendo menos de rezos rutinarios y más de la escucha orante de la Palabra de Dios. Así evitamos autoengaños y embotamientos de la mente. Los ojos en la luz, sin dejarnos envolver por negatividades o pesimismos. Muy conscientes de la constante invitación que el Señor nos hace a vivir en la plenitud. Muy conscientes de que esto es posible para nuestras pobres vasijas de barro.
Mañana comenzamos el Adviento. Como dice el Papa Francisco, el Adviento nos invita a un esfuerzo de vigilancia, mirando más allá de nosotros mismos, alargando la mente y el corazón para abrirnos a las necesidades de los hermanos.
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