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30/04/2021 Viernes 4º de Pascua (Jn 14, 1-6)

No se turbe vuestro corazón.

¡Cuánto se preocupa Jesús de que sus discípulos no vayamos por la vida cohibidos por el miedo! ¡Cuántas veces expresa esa preocupación! Poco más adelante nos dice: Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde (Jn 14, 27).

Creéis en Dios: creed también en mí.

Es la fe en Dios, la fe en Jesús, la que elimina el miedo y nos lleva a la libertad interior: para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Rm 8, 21). Todavía durante la sobremesa de la Última Cena Jesús nos dice: Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo (Jn 16, 33). Y en su oración final pedirá al Padre: Padre, quiero que los que me confiaste estén conmigo, donde yo estoy; para que contemplen mi gloria; la que me diste, porque me amaste antes de la creación del mundo (Jn 17, 24).

En el santoral encontramos santos de talante más ascético; insisten en el empeño humano; hablan más de lucha que de paz. Hay otros santos de talante más místico; insisten en la gratuidad divina; hablan de paz más que de lucha. Un ejemplo: El niño que viviera en la angustia de que su madre le dejara caer, ¿sería razonable? Si Dios me dice por boca del profeta que me es más fiel que mi padre y mi madre, y que Él es el amor mismo, reconozco cuán razonable es mi confianza en el brazo que me sostiene y cómo toda angustia de caer en la nada es insensata (Edith Stein).

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