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30/09/2021 San Jerónimo (Lc 10, 1-12)

Después de esto, designó el Señor a otros setenta y dos y los envió por delante, de dos en dos, a todas las ciudades y sitios adonde Él había de ir.

Poco antes había enviado a los Doce. A todos con la misma consigna de proclamar que el Reino de Dios está cerca de vosotros y de curar enfermos. A todos con la misma consigna de prescindir de medios materiales. Aquello fue un ensayo. Ninguno de ellos, ni los Doce ni los setenta y dos, estaban capacitados para entender lo del Reino de Dios; carecían de la experiencia de la cruz y de la resurrección. Experiencia que llegará cuando el resucitado abra sus inteligencias para que comprendan las Escrituras (Lc 24, 45). A partir de ese momento recorrerán el mundo proclamando el Reino de Dios, sabiendo lo que dicen.

Hoy hacemos memoria de san Jerónimo (+ 420), uno de los santos de mayor impacto en la historia del cristianismo, precisamente porque a él se le dio, como a pocos, la comprensión de las Escrituras. De ahí su fe firme en la sacramentalidad de las Escrituras: El que no conoce las Escrituras no conoce el poder de Dios ni su sabiduría; de ahí se sigue que ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo. Escribe también: Comemos la carne y bebemos la sangre de Cristo en el misterio (Eucaristía), pero también en la lectura de las Escrituras.

Como los Doce y como los setenta y dos, todos debemos preparar caminos para que el Señor llegue a los corazones. La base de todo es el conocimiento de las Escrituras. Luego viene la oración que, manando de las Escrituras, será el alma de la misión. Porque al prójimo se llega mejor a través de Dios.

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