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30/11/2024 San Andrés (Mt 4, 18-22)

  • Foto del escritor: Angel Santesteban
    Angel Santesteban
  • 29 nov 2024
  • 2 Min. de lectura

Celebramos hoy al apóstol Andrés, hermano del apóstol Pedro. A los dos, ocupados en sus labores de pescadores, Jesús les dice: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres. Los dos, inmediatamente, dejaron las redes y lo siguieron.

Según el cuarto Evangelio, Andrés y su amigo Juan eran discípulos del Bautista. Éste, un día, cuando Jesús pasa, les dice: He ahí el Cordero de Dios. Ellos se van con Jesús y se quedaron con Él aquel día. El Papa  Francisco comenta: Cuando Andrés y Juan encontraron al Señor se quedaron con Él y hablaron con Él aquella tarde y aquella noche. Estaban entusiasmados. Lo primero que hicieron Andrés y Juan fue ser misioneros. Fueron a ver a hermanos y amigos para decirles: Hemos encontrado al Mesías.

El seguimiento de Jesús, el ser cristiano, puede tener que ver con la geografía, con dónde y cuándo hemos nacido; pero no necesariamente. Seguir a Jesús es una disposición interior por la que una persona hace de Jesús el punto de referencia de su vida. Andrés tiene esa disposición. Alguien ha escrito: Un cristianismo sin Jesucristo vivo, no es cristianismo. Es una idea, es una tradición, es una cultura, nada más.

El discípulo Andrés aparece poco en las páginas de los Evangelios. Pero su testimonio de seguidor es suficiente. Le vemos en la multiplicación de los panes: Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es eso para tantos? (Jn 6, 8). Evidentemente, todavía no ha entendido a Jesús; le queda un camino por recorrer.

Andrés, como todo cristiano, llega a la madurez del discipulado cuando descubre todo el amor apasionado de Jesús hacia él; descubrimiento que llega solamente en la contemplación del Crucificado.

 
 
 

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