Herodes mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.
Los discípulos del Bautista están celosos de Jesús; mucha gente acude ahora a Él. Se lamentan ante su maestro. El Bautista les responde: Él debe crecer y yo disminuir (Jn 3, 30). En verdad el Bautista es precursor de Jesús tanto por lo que dice como por lo que vive. Si el Bautista queda reducido a una sombra lúgubre en la cárcel y sufre una muerte tétrica, Jesús no va a ser menos: Se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo. Se rebajó haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz (Flp 2, 6-8).
Así el Bautista, así Jesús. Es el camino del cristiano; camino que podría resumirse en la palabra disminuir. Que lo mío ocupe el mínimo espacio para que Él ocupe el mayor espacio posible. El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo (L 9, 23). El Bautista no buscó su propia gloria, y acabó la vida de la manera más oscura. Ved cómo vence Dios. El estilo de Dios no es el estilo del hombre. Pedid al Señor la gracia de la humildad que tenía Juan. Que en nuestra vida Jesús crezca y nosotros disminuyamos; hasta el final (Papa Francisco).
Para que el Señor crezca y nosotros disminuyamos será bueno ejercitarnos, con sabiduría y discreción, en poner a nuestros prójimos por delante de nosotros: No hagáis nada por ambición o vanagloria, antes con humildad tened a los otros por mejores. Nadie busque su interés, sino el de los demás (Flp 2, 3-4).
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