top of page

31/12/2024 Día 7º de Navidad (Jn 1, 1-18)

  • Foto del escritor: Angel Santesteban
    Angel Santesteban
  • 30 dic 2024
  • 2 Min. de lectura

Al principio ya existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.

El Evangelista Juan es el discípulo amado, el que se recostó sobre el pecho de Jesús en la última cena (Jn 13, 25), el que más hondo entró en el misterio de Jesús. No es atrevido decir que, de todas las Escrituras, los Evangelios son las primicias, y que, de entre los Evangelios, las primicias son el Evangelio de Juan, cuyo sentido nadie puede captar si no se ha reclinado en el pecho de Jesús y no ha recibido de Jesús a María como madre (Orígenes).

De los cuatro Evangelistas, Juan es el mejor poeta y místico. Suscribiría de buena gana los versos de su buen discípulo Juan de la Cruz: Gocémonos, Amado, - y vámonos a ver en tu hermosura - al monte o al collado - do mana el agua pura; - entremos más adentro en la espesura.

 

La gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.

Jesús es la Gracia: Amor en estado puro. Jesús es la Verdad: Amor en estado puro. Gracia y Verdad: Amor en estado puro para todos. Y, para todos, Amor gratuito. Por eso que el Evangelista, tratando de contagiar entusiasmo, escribe al final de su Evangelio: Estas cosas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre (Jn 20, 31).

 

Y la Palabra se hizo carne.

Jesús se tomó muy en serio lo de ser hombre: En todo como nosotros, menos en el pecado (Heb 4, 15). El gran misterio de Jesús, Dios verdadero y Hombre verdadero, es magníficamente obvio cuando nos ponemos en actitud de adoración humilde.

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comentários


© 2019 Carmelitas Descalzos de la Provincia de San Joaquín de Navarra

  • Facebook Black Round
bottom of page